08 junio 2009

Dicen que las finales no se juegan, se ganan.

Y esta vez no fue la excepción, el equipo dirigido tácticamente por Santiago Rapalín lo jugó a muerte y recién en el segundo tiempo pudo marcar diferencias ante un Independiente de Tandil que si bien se mostró algo tibio, tuvo algunas chances como para llevarse algo más.
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Un marco espectacular
Si la consigna era llenar el Defensores del Carmen para hacerle sentir la localía a Independiente, esto se logró con creces, las casi 4 mil almas que estuvieron en la cancha, alentaron a rabiar a este Boca que a esta altura ya no sorprende ni a propios ni a extraños, logrando que el rival se sienta realmente visitante.Hubo banderas de casi todos los equipos de nuestra ciudad, de instituciones en fin , estaba toda la ciudad abrazando el sueño de Boca y de toda una provincia, que quiere que un equipo de estas latitudes se pasee por todos los estadios de nuestro país.
El partido
Como se esperaba, el local salió a llevarse por encima a su rival, así fue que ya a los 3 minutos un zapatazo de Lucas Fernández se fue apenas arriba del travesaño. Boca lo tenía contra las cuerdas a su rival y lo seguía atacando, a los 8 lo tuvo Ceballos y el uno visitante salvó lo que era la apertura del marcador.
Pero de tanto ir, Boca se durmió en defensa y casi lo paga caro, lo tuvo Longoni y su tiro se fue muy lejos del arco defendido por el “Bocón” Martínez, avisó Independiente.
Boca era más pero no acertaba en los últimos metros, cerca de los 20 lo tuvieron primero José Manuel Quiroga, y unos minutos más tarde el “Vikingo” D’Augero, ahí era el momento para dar el zarpazo, pero el local lo perdonó al rojo de Tandil que seguía con vida.
El Xeneize manejaba el partido, pero carecía de profundidad y claridad, Independiente sólo apostaba a alguna contra y se conformaba con el resultado. Así fueron pasando los últimos minutos del primer tiempo, no sin antes perdérselo Quiroga, ante la desesperada salida del uno visitante.
Pero el línea salvó a Boca sobre el epílogo del primer tiempo cuando anuló a instancias de su asistente, una falta del delantero Solimanto, cuando éste convertía el primero. Después sólo hubo tiempo para que el juez dé por terminado el primer tiempo y ambos equipos se vayan a los vestuarios a descansar.
Segundo período
En el segundo tiempo Boca volvió a salir con todo, pero con otras virtudes, por ejemplo comenzó a probar desde afuera con Fernández, el Salteño Márquez y Lucas Ceballos, allí comenzó a agigantarse la figura del uno visitante. Primero se lo negó al Vikingo, luego a Márquez y finalmente a Fernández, pero tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, y apareció (quién sino) «Pepe», para decretar el primero, gran jugada colectiva de Boca y aparición fantasmal de José Manuel Quiroga para poner el primero; iban 14 del complemento y al fin se le abrió el arco al Xeneize, ahora sí el estadio era una caldera.
Independiente sintió el impacto y el recién ingresado Becerra se lo perdió ante el arquero del Rojo, era el momento de Boca en el partido, y sin embargo la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, se jugaban 20 del segundo tiempo cuando el juez del encuentro le anuló ilegítimamente el empate a la visita. Tras cartón expulsó al número cinco Harguindeguy, e Independiente se fue del partido, ese era el momento de Boca para convertir el segundo que le dé la tranquilidad para ir a Tandil. Y llegó nomás, con un Independiente fuera de sí por el gol mal anulado y el jugador expulsado, a los 24 apareció el recién ingresado Becerra para poner el segundo y decretar el delirio de toda la parcialidad local. Ahora sí había olor a triunfo asegurado, era la oportunidad para poner el tercero y liquidar el pleito, pero Boca que dispuso de varias chances, no pudo doblegar al uno Rojo, que terminó siendo una de las figuras del encuentro.
Final y festejos
Con el pitazo final, el estadio estalló en un griterío infernal, ese que se mezcló con la locura, con la pasión, con los abrazos, con la arenga de Rapalín a los suyos, con los reclamos de la visita hacia el juez y sus asistentes, con los padres y familiares pegados al alambrado, prolongando un festejo que no querían que termine nunca, pero todo tiene un final, y estos primeros 90 minutos en Gallegos ya son historia. Ahora tanto Rapalín como sus jugadores seguramente tendrán un día para festejar, pero ya mañana tendrán que volver a pensar en la revancha, esa a la que llegarán con la tranquilidad del resultado obtenido ayer, y quizá en tan sólo 7 días estemos escribiendo que desde Gallegos salió el nuevo Campeón; que así sea.

Magna.