De mudanza
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15 mayo 2009
Boca mueve montañas
Fútbol es quizás el único sustantivo con cualidades mágicas, capaz de envolvernos en su manto para llevarnos a pasear por 90 minutos a la cúspide más alta de la gloria o enterrarnos en el más tortuoso dolor de la derrota, el fútbol es capaz de levantar a un enfermo de su cama y hasta a un muerto de su tumba, porque la energía de la fe que mueve a este deporte maravillo es capaz de mover montañas. Y es así como este Boca llenó de ilusión y entusiasmo a los pueblerinos y foráneos, este Boca coraje contagió alegría de la mano de un grupo de jóvenes dirigentes y un puñado de fieles seguidores que pergeñaron, hace algún tiempo en silencio y desde el anonimato, recuperar el espacio perdido. Claro que en buena hora se les fue la mano, porque los dividendos se precipitaron en muy corto tiempo. Me atrevería a vaticinar que ni el más fanático hincha boquense hubiese soñado en lo más remoto de su ambición llegar adonde hoy están, peleando por un ascenso a un Torneo Argentino “B”, cuando lejos allá en la historia las pretensiones eran mantenerse en primera y no descender, o ganar aunque sea un partido al puntero. Lo que ayer era una utopía hoy nos permite soñar.
“Y no pierdas tiempo al fin todo llegará, cada luz cada mañana todos esperen su lugar…” Y capaz que llegó la hora de graduarnos y dejar de ser amateurs, capaz que llegó el día de tener identidad y ser conocidos en el resto del país no sólo por los hielos, los pingüinos, el cordero y el clima hostil; ojalá no quede como una expresión de deseo, pero es el día en el que debemos estar juntos en esta fiesta a la que todos estamos invitados, vivimos uno de los momentos más felices del fútbol local, y tuvieron que pasar más de cincuenta años para que Boca viva su hora más feliz. Un poco más de medio siglo de vida que estuvo signado por sinsabores, desencuentros y muy pocas satisfacciones desde lo deportivo, pero sí un gran amor por esa camiseta y el coraje que siempre tuvieron sus futbolistas a la hora de vestir la casaca boquense, a la que honraban con su permanente entrega.
Nostalgia del ayer
El club fundado en el Barrio de La Boca de Río Gallegos en Roca y Santiago del Estero (hoy devenido en el Barrio Jardín) es un eslabón importante en la historia cultural y deportiva de nuestro querido Río Gallegos. También llamado el club de la familia, concentraba a las familias de la zona en encuentros bailables, bingos, carnavales, forjando amistades que perduraron en el tiempo sin dividirse con barreras generacionales. Una entidad de estirpe futbolera que supo tener en sus filas a vecinos recordados como el petiso Sergio Zeballos en el arco, con sus frescos 14 años, hasta jugadores de la talla del “Pitín Vieyra”, Lázaro Báez, Raúl Cantín, Sergio Mimica, Luis Navarro, Ricardo Suárez, Jorge Nicolai, Horacio Padín, Pablo Perea, Calismonte, el “Polaco” Climis y tantos otros más que faltaría un suplemento para citarlos.
Boca a lo largo de estos cincuenta años de vida siempre mantuvo la misma línea futbolística, mucha entrega y gran corazón. Y estos pibes, los de Río Gallegos y los que se sumaron a este nuevo proyecto de Boca, le inyectaron a nuestro fútbol una dosis vitamínica, nos devolvieron la alegría, las ganas de pelear por algo, la ilusión de estar en los primeros planos.
En una provincia ávida de logros deportivos, donde tenemos muy pocos referentes, todos estamos detrás de este Boca Coraje, no sólo los de sangre boquenses sino todos, los venidos y los NYC, todos ansiamos que no se pulverice esta ilusión que movilizó nuestro Boca Río Gallegos, este Boca que mueve montañas.
Desde siempre los sociólogos afirman que toda sociedad necesita de héroes, y como en estas épocas ya no tenemos a los griegos, a los romanos, no queda otra que aferramos a encontrar en el deporte a nuestros gladiadores de hoy, a los héroes que tenemos al alcance de la mano, a la vuelta de la esquina. Y vaya si estos pibes se merecen el rótulo de tales. Eduardo Martínez, los Fernández, los Sandoval, Jorge Olguín y los de afuera, los adoptados por el corazón, ya se han metido en las páginas doradas de nuestro fútbol con la hazaña en Patagones, que quedará marcaba a fuego eterno cuando cada 3 de mayo se recuerde la gesta de estos muchachos. Tan solitos, a más de mil setecientos kilómetros de Río Gallegos, con una multitud que los silbaba, acompañados sólo por un puñado de dirigentes e hinchas y por LU 12 Radio Río Gallegos, que llevó de principio a fin la emoción de la clasificación de Boca en Patagones.
Y ya que hablamos de LU 12 Radio Río Gallegos, y hablamos de la radio, me permito compartir un recuerdo que marcó mi destino de relator de radio. En los principios de los 80, un día de semana me sacó mi viejo Lorenzo del colegio y me llevó a la cancha de Ferro a ver un partido entre Bancruz y Racing de Trelew donde jugaba el Negro Orlando Medina, y al pisar la cancha por primera vez me topé con un estadio lleno, con voces de aliento que se confundían en el ambiente y un paisaje hechizante que se completaba con la radio como trasmisor de ese espectáculo único, maravilloso, inusitado, apenas soñado por mi a tan corta edad. Los viejos amigos de mi padre con la portátil pegada al oído y yo también que me sumaba a la audiencia de la sintonía deportiva por excelencia.
Hoy me encontré en el recuerdo como oyente de LU 12 y a la vez, en nuestros días, de este lado frente al micrófono. La vida me pone la enorme responsabilidad de llevar los goles y las alegrías a todos los santacruceños, los de Boca y los no tanto.
Un ícono azul y oro
Y en este momento de evocación y de magia no podemos olvidarnos del gran “Petene” García, un espíritu azul y oro encarnado, cuyo único proyecto de vida era Boca, que hoy debe estar sentado en una nube con la radio pegada a la oreja y su botiquín de madera, siempre alerta para poder ayudar, esperando ser útil.
Y “Petene” fue un ángel que siempre mantuvo viva la llama de Boca, hasta su nombre nos dice algo. El famoso García, todo un personaje de Boca por décadas, se llamaba Celestino.
Y el domingo van a estar todos pegados al alambre como conservan añejas fotos las imágenes de la vieja cancha de Boca, ya desaparecida pero viva en el recuerdo de Rogelio Padín, Héctor Silvera, Fidelino Torales, César Rogolini y tantos otros.
El gran domingo
El domingo puede ser el gran día. Hoy el fútbol es otro, tal vez sin tantas figuras descollantes, pero con un gran sentido colectivo que simboliza a este Boca. Los Boys de Santiago Rapalín, con una gran aplicación táctica, han logrado pasar etapa y etapa, ya han cruzado medio país recorriendo once mil kilómetros y ya lograron meterse entre los ocho mejores del país en una competencia que, al principio, contó con 264 participantes de todas las provincias. ¿Por qué no soñar con un Argentino “B” si el final está tan cerca?
Mucha juventud en este Boca, en la cancha y en la dirigencia, lo que hace más plausible lo ya logrado por ser sangre nueva que aporta al recambio generacional, a la frescura de ideas, al entusiasmo y las ganas también de ir por más, de llegar a los planos más importantes del fútbol regional y de igualar o superar lo hecho por otras formaciones históricas de Río Gallegos. El recordado Boxing de 1973, cuando se quedó en la puerta de un Nacional empatando con Cipolletti en Río Negro, o el San Lorenzo de 1982 que fue vilmente robado en Santa Rosa La Pampa, o el Bancruz del 90.
El domingo tenemos que estar todos. Por favor, que no nos roben la ilusión.
La opinion austral.